Se podría pensar que la historia de la lectura es la misma que la escritura.
Los primeros geroglíficos fueron diseñados hace cinco mil años, en cambio los alfábetos fonécticos más antiguos tienen alrededor de tres mil quinientos años y entre el siglo II y IV la introducción del pergamino permitió la redacción de obras compuestas por varios folios largos que podrían guardarse juntos y leerse consecutivamente.
Alrededor del siglo X las palabras se escribian unas tras otras sin espacio ni puntuación.
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